miércoles, 4 de enero de 2017

Deberes cívicos del niño

¿Quieres, niño, contribuir
al bienestar y belleza
de la ciudad? En tu traje
lleva decoro y limpieza.

No arrojes en plena calle
desperdicios ni papeles;
en las paredes no escribas,
no pongas nada en los rieles.

No camines sobre el césped
ni arruines las flores bellas,
que hacen de la tierra cielo
y perfumadas estrellas.

¡No sea tu honda malvada
matando a los pajaritos!
¡Sean ellos, por sus alas
y por sus cantos, benditos!


Si un palmo de tierra tienes,
o siquiera una maceta,
siembra un grano, planta un árbol,
una malva,  una violeta.

Dale un poco de belleza,
dale un poco de verdor;
que está pidiendo esa tierra:
¡una planta por favor!

Al árbol de la vereda
mira como a un ser querido;
no destruyan en sus ramas
la sombra ni el dulce nido.

Para no estorbar a nadie,
camina tranquilamente,
por la calle ; sin dar gritos,
sin distracción imprudente.

Con cortesía y respeto
a los mayores saluda;
más que tú ellos han sufrido,
¡más que tú,  saben sin duda!

Que donde hablan los mayores
el niño escuche y se calle.
no fumes nunca; no estorbes,
con tus juegos en la calle.

A destiempo no alborotes.
Sé rescatado en el templo.
En la calle no armes riñas,
a otros dando mal ejemplo.

Alegrate de ser útil;
responde amable y con tino
a todo aquel extraviado
pregunta por su camino.

Para que otros no tropiecen
en la piedra que te ha herido,
quitala. Y apaga el fósforo
que al suelo se cayó encendido.

Aislar las enfermedades
contagiosas, es deber;
vacunarse, usar limpieza
en las ropas,  y al comer.

Respetando el bien de todos,
respeta la autoridad,
como cuanto ella disponga
para el bien de la ciudad.

El que rompe los cristales
merece ser castigado;
y también quien a una puerta ociosamente ha llamado.

Con expresiones groseras
no lastimes al oído;
esas palabras son piedras
que hieren el buen sentido.

Del más tímido o más pobre
no hagas burla, que es cobarde.
Al mendigo compadece;
socorrele sin alarde.

¿Quieres niño a la belleza
contribuir de la ciudad?
Sé aseado, y sea tu rostro
reflejo de tu bondad.

BUNGE, Julia y Delfina. LECTURA : Cuarto Grado Escolar. Año 1935.





No hay comentarios:

Publicar un comentario